Es curioso como la realidad de algunas personas termina en el borde de su mando a distancia. Su opinión, sus intereses y su cotidianidad se funden con sensacionalismos, anuncios y datos de audiencia. Y es muy curioso que no nos demos cuenta justo sobre las cosas que nos quejamos, están puestas ahí para que las veamos y nos quejemos luego en el bar, la peluquería, en la mesa o el trabajo.
Es curioso que sigamos asociando ideologías, nivel educativo y comportamiento cívico a vestimenta, acentos y abalorios.
Es curioso la cantidad de animalistas que gastan su dinero en comprar una mascota preciosa con pedigrí o animales exóticos que pese a no estar adaptados a la vida doméstica cumplen con determinados antojos, y siguen teniendo una concepción de sí mismos como animalistas porque se escandalizan con los maltratos expuestos a través de redes sociales, prensa y televisión, aunque ni adoptan mascotas, ni acogen animales menos "agraciados" ni colaboran con protectoras... o simplemente anteponen su deseo a la libertad de un animal en su hábitat.
Alabo a los que si lo hacen, y los considero animalistas, aunque sigo pensando que su dinero podría ser mejor empleado en salvar vidas humanas, por ejemplo en África. Y es quizás sea el hombre el único animal que antepone a otras especies a la suya propia.
Dirá ésto, mucho bueno y malo sobre el hombre mismo.
Hablando de África es curioso como no hacemos simposios, ni estudios, ni importamos su sabiduría vital, su alegría y su distendida cotidianidad.
Preferimos coltán (haz clic para ver documental), diamantes, mano de obra...
Es curioso como nuestra realidad es fruto de lo que nos han enseñado, y cambiaríamos todo menos nuestra percepción de la realidad, o lo que es lo mismo, esa enseñanza impuesta.
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