Y si el horizonte siempre fuera verde
y las compañías se convirtienran en campañas,
si en la campiña cortara el césped...
¿Cuál sería la grama y cual la broza?
Y si los techos fueran más altos que las miras,
si los humos descendieran frente al valor
y no diera calor la chimenea.
Quién cegaría las miradas sinceras
y abandonaría la partida de ajedrez.
Y si la historia tuviera castillos y dobles alturas,
si cada rincón estuviera pensado para una escena del cuento
y las todas las piezas fueran de un juego.
Y si el ruido del cuerpo despareciera frente a la belleza de la estampa,
y si contemplarla fuera la mejor de las terapias
y en cada vistazo te sintieras más verde
junto al mejor café...
Y si todo lo que creías saber sobre los paisajes desapareciese,
y las escenas parecieran revelar más verdad,
y si el perfume fuera de un nuevo comienzo, frente a la admiración de unos
y la envidia de otros.
Y si nada es tan verdad como lo que siente la piel,
y si el sol sólo se asomara para hacer cálida la historía,
para que la brisa fuera perfecta...
Y si ese vasto cuadrado de césped,
supiera mucho más de ti mismo que nadie en el mundo.
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