ni la idea o eco,
sólo por apuntarlo donde lo perdí,
por el cansancio me negué a rellenar
la pluma de tinta para el alma...
Ojalá hubiera hallado el hueco
que dentro de mí ocupaba
para no tenerlo que descubrir
ante la noche y hacerlo móvil.
Quedó estático y lejos de mí,
aunque no tengo certeza de ello...
Ungüento de hadas,
ni sacia mis ansias,
ni sirve de nada,
quizás odio saltarme una espada,
culpable mi mente que a granel lanza...
Para ser sinceros, sé en quien pensaba,
pero no sé el qué, casi seguro que era un poema,
no se si llegará a problema que deje de ser...
Lo acompañan algunas imágenes que sirven de recuerdo,
o de escusa para recordar, también algunas melodías,
de las que espero mi corazón recuerde el tempo.
De eso siempre queda algo.
Y la enseñanza del papel, siempre fiel y retornable,
indestructible blanca tez...
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