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lunes, 24 de julio de 2017

Ni las prioridades ni la inteligencia se pueden impostar

Es cierto, pero parece que el mundo se sigue esforzando en balde.

Las prioridades no se pueden disimular, no se pueden impostar y no se deben negar.

El simple hecho de intentar disimularlas me parece insultante, no hay nada más ridículo que forzar un trato prioritario con alguien que no lo merece o divagar entre el debate eterno de trabajo, amigos o familia, la agenda y las obligaciones.

Todos somos egoístamente dignos, y -a lo que/a quien- dediques tiempo y buen humor, ten por seguro que no le importan tus esfuerzos interpretativos.

Seamos más sinceros. Simplemente prefieres estar en tu casa que en la de tu cuñada, prefieres estar con tus amigos y familia a los amigos y familia de tu pareja, prefieres tu barrio y tu ciudad a cualquier otro. Prefieres ver el canal que te gusta, en tu sofá preferido y con la marca de palomitas que te gusta. Esto es así y no hay nada de malo en ello.

No es necesario preguntar amablemente: cuál es el siguiente plan, cuando no quieres estar donde estás, no es necesario decir que te parece genial, que todo es bonito, y que te parece bien, porque absolutamente nadie va a dejar de percibir la realidad.

Dejad de esforzaros porque es imposible conseguirlo, sería como disimular ser inteligente cuando no lo eres.

De hecho lo único que consigues es que las personas que reciben esta falsa cordialidad, entren en el hábito de ser falsamente cordiales, lo que nos aleja de la realidad de las relaciones sociales.

La prioridad son las personas, no el quedar bien, son las aficiones y las cosas en las que has de invertir tiempo en soledad o compañía y no el hacer lo correcto o lo esperado.

Porque un: "Por supuesto me parece buena idea" no se acerca en nada a "Hostia puta vamos para allá ahora mismo, qué hay que llevar". Como no se parecen un: "hemos comido muy bien, el sitio me ha gustado" a un "joder estaba que te cagas, tengo que venir con... Menganita/o, con mis padres y con mi vecina, enserio, joder está que te cagas"...

No enmascaremos algo tan bonito como lo que supone ser prioridad para alguien, porque ni las agendas ni las personas lo necesitan.

Ni las prioridades ni la inteligencia se pueden impostar.

Así que vamos a dejar de esforzarnos en quedar bien y vamos a empezar a mirar en nuestro interior, qué poco necesitamos para estar mejor, qué compañías y hábitos nos hacen más felices y de qué podemos o no prescindir en nuestra vida.