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lunes, 28 de agosto de 2017

Tengo miedo

Tengo miedo de que el bien y el mal sean la misma cosa,
quizás el yin y el yang, sólo sea gris,
como el alma de las personas tristes 
o las sensatas decisiones que huyen del negro y del blanco...

A lo desconocido, pero también a lo conocido,
a la ausencia de perpetuo, ese confortable estado sin nacionalidad,
sin rumbos, ni compañía ni comunicaciones decentes...

De saber que todas las decisiones son correctas,
y que aún así siguen equivocadas,
de perder lo que no tengo, por creer tenerlo
sin haberlo conocido...

Tengo miedo del odio, del rencor, de la desdicha infundada,
de la falta de educación y entendimiento,
de la infección oculta que no supura,
de los jarrones rotos que no se curan...

Por perder parte de mí, en cada una de las personas que me recibieron,
de ganar una batalla en la que no participo,
esquivando palabras y actos metrallas tintados con pólvora de hada...

Con las compañías adecuadas para los peores fines,
dando infames promesas de nuevo porvenir,
y no sentir más que ausencia, mientras echo de menos la correcta soledad...

Si dejo de desconocer a las personas con las que compartí el camino,
que agreden violentamente a una estadística de pasos que no llevaron a grandes sitios
y que lucen como fotos y recuerdos vanos,
para señalar el trofeo de cazar la libertad y coronarla de espinas...

De la vida que me ha dado tanto para aprender,
de la nostalgia a la ignorancia, de saber y abandonar lo secundario...

De cerrar las curvas líneas de contacto, y obviar el círculo.
los más curiosos lectores, perecerán de misterio hasta ascender al olvido
en una especie de Valhalla para necios que creyeron discutir al conocerse...

De olvidar la voz, las sonrisas y los buenos gestos, por los gritos, los llantos y los malos gestos,
y volverme ocre,
de tenerme que vestir de colores para sentir alegría,
De que me importen opiniones que no sean la mía...

De sumar nuevos sueños a los que ya me persiguen,
de desenterrar hachas y recuerdos, y espejos en los que zozobrar por cambios de imagen, de estilo,
de vientos, etapas y destinos...

A los excesos y a las faltas, al hambre, la sed y a la bolsa...
a las intolerancias y despistes, a los errores primitivos...

Tengo miedo, pero no de admitirlo.












lunes, 7 de agosto de 2017

¿Cómo se mide el talento?

Y ¿Cómo se mide el talento? Si es talento es relativo, si el talento está sujeto a medianos adjetivos, a opiniones y a dedos.

El talento es subjetivo, e indiferente al éxito.
No son pocos talentosos lo que mueren de descrédito,
ni pocos los inhábiles ricos en salud, dinero y amor.

Quizás a veces falta un poco de talento,
para aprovechar el talento. Para verle color, exento de calor, disfrutarlo y afrutarlo. Hablaba del rédito.

¿Y qué haría yo sin mí? deberían preguntarse algunos talentosos...

Quizás la manera de bien medirlo sea no dejar de mostrarlo. Sobre todo frente al espejo, que el talento agudo nunca se pone viejo, ni es difícil desatarlo.

Puede que algunos talentosos vivan de sus méritos.
Otros quizás ociosos, vivan decrépitos 
disfrutando de alucinaciones bajo retina
que no llegan ni a la esquina...

O a lo mejor el talento, no es tal,
y es un mero concepto que se percibe
como resultado del azar y del placer
de padecer lo que hay que ser,
de parecer, tener talento.