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jueves, 4 de junio de 2020

Al nuevo padre y al viejo amigo...

Aunque hacía tiempo que no nos encontrábamos,
sé que nunca hemos dejado de buscarnos...

Fuera por deficiencias de la lateralidad,
por excesos de literalidad en según que fueros,
o que por verdes o izquierdos,
por decidir a que lado de cada cual estábamos,
sin tener tener presente el reflejo, ni el espejo, 
por defectos de virilidad
casi pudrimos, tan climatéricos...

¿Qué más da? Si nunca hemos dejado de buscarnos,
si no paramos hasta encontrarnos...

Qué el ciclo cambia y como en la época del turnismo, 
la vida sigue y se abre paso; y nos une coetáneos;
limpia, inocente, pura y repleta de nobleza
llena de destino, tengo la certeza
pues no podía ser de otra manera
ojo al guiño, pues le pusieron sus padres: Naturaleza.
Tremebunda mezcla de responsabilidad y metáfora,
pentásilábica y candorosa,
aspiración panteísta, deidad prima.

Seguro que basta fuego, jarrillo y el cazo,
que hasta colma el presentimiento de prominente padrazo,
pues al fin recuperas el halo,
me decides ser feliz y pleno te hallo.

Qué la primavera dura hasta que tú quieras
y yo ya nunca cambio el calendario.
Te deseo lo que yo tengo,
y que la goces a diario.
Te camelo. su hermano.