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viernes, 19 de diciembre de 2014

Un recuerdo o cuatro estaciones

Notas de café,
rearmonizaban la melodía de tu piel
en las mañana de invierno. Por preferida,

nunca me gusto encandilarme con la estación,
ni dejarle el privilegio de empezar, fríamente,
pensé en retroceder quizá algunos meses...


Retoño recuerdo entre leñas de otoño,
cuando cada rayo de sol exclamaba ¡ocre!
entre los parques de los grandes cuentos
que intercambiaban nuestras miradas,
jugando a adivinar con que tono del almagra
al amarillo cantaban las ultimas hojas,
las que hacían el cielo infinito,
dorado, pintábamos sobre las hojas de té
ni hojas de papel... preguntabas ¿Notas de té?
A lo que tu suculento paladar siempre respondía;
- "Justo lo que creía..." y sonreías.


Mientras descansábamos acomodados sobre el tacto,
me mirabas con tus inspiradas manos y cegabas mis oídos.
Era cierto, nublabas mi gusto por el resto del mundo.
Mientras las pupilas luchaban en un tibio pulso con el silencio,
una lluvia de lágrimas de sudor, disolvían nuestras ropas,
quedando así dos almas epidérmicas,
mudas por la cantidad de luz y de aliento a irrepetible momento...
Anestésica sinestesia de placer dual,
ácida compañía básica para la felicidad y porque negarlo, lujuria.

Pero no una lujuria cualquiera, al 90% de humedad,
vasto valor de hidratación, el que añoran las ñoras,
en guisos de plata...


Ascuas susurraban pecado, cada vez que a mi lado,
dejabas apoyada, tu mano sobre mi pierna, sin demasiado atino.
La recuerdo como una de esas historias sin borrador
que nacen diluyendo un concentrado de destino,
batiendo mi realidad hasta alcanzar el punto de nieve,
o de desatino, capaces de montar un terrible miedo repentino.

Así pasábamos del juego al bosque,
del bosque al cuadro o al encuadre,
y sin decir nada, como en los poemas torpes,
desconcentrábamos al devenir...
Consiguiendo un instante infinito.

Un alarido que desenterraba
algún que otro tapón. sucio y podrido,
que me atoraba malherido el corazón.


Quizás le falte calidez a esta sosa prosa con pretensiones,
o más bien echo en falta
un recuerdo antes, un verano.
Protegido por su luz, entrelazando las manos,
vestido de ilógico estreno, acariciaba las actas,
de un crimen liviano, de un amable desenfreno,
con una simple promesa de regreso,
prestado algún beso.


Rayos de música cojos de relámpagos,
estudiaban cual radar tu templo junto al mío,
su posición, su buqué, su paladar.
Imaginaban las repuestas de una absurda distancia infinitesimal,
llena de educación y descaro, elucubrando los pros y los peros
amenizados por boleros, ávidos y avaros
de sensaciones por componer.

Y así libre, sabiendo que nunca nadie dijo menos con más,
y embriagado por una "acapacidad" manifiesta de rimbombante escritura hortera,
antes del mar, su luna y sus olas, sus playas desiertas a estas horas,
recuerdo leve la primavera.

Tan severa con las urnas y los votos, las candidaturas volaban
entre vientos y aguas mil, rabia y miel y antiguas festividades sagradas, hoy desacontecidas.
No dejan de divertirme, las primeras e irrisorias impresiones difuminadas a etílicos atracones.
Recuerdo esa estación donde empecé a descarrilar, y por vagones viajé, hasta encontrar mis puertos y andenes vitales.Y poco más quiero recordar que algún apunte, que no apunté...


Y hasta aquí place contar, eso sí, todo lo que cuento, debes de saber que es verdadero. Siempre hacia atrás suena difícil. De entender. A sabiendas de que si hay algo que debo decir y no permitiré que no entiendas, es que nunca imaginé, lo mucho que te quiero.

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