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lunes, 31 de agosto de 2015

Huellas vitales.

Una huella vital es, todas y cada una de la experiencias que nos hacen plantearnos nuestra posición ante la vida, esas experiencias de las que es imposible salir sin una marca.

Una marca vital es una señal que te recuerda que los envoltorios nuevos se degradan fácilmente, y te ayuda a encontrar la belleza de los pequeños roces y desperfectos acumulados en el camino.

Una pisada. Y una tras otra que fabrican un rastro vital, una pista a los que quieren seguir tu rumbo, una estela que graba un surco en el alma, con el paso como unidad de medida y a la vez como gubia. Siendo la magnitud y el útil, la misma cosa en este caso.

Una impresión vital, algo parecido a una imprimación de la vida en los seres vivos. De calidad media, en escala de grises recuerdos, con la sombra de los indicios y el difumino de la memoria.

Una traza vital, rodada por la evocación de los estigmas y la remenbranza de las alusiones.

Una senda vital, resto del carril por el que confluyen el devenir junto a lo acontecido, colapsada por un tráfico sin tregua o suspiro.

Un tatuaje vital con tinta de cicatriz, indicio de la personalidad diferenciadora y de la necesidad de autodefinición. Tonos ocres y sanguina.

Una mención, reseñando la vida de los vivos y la muerte de muertos, sin saber de manera muy exacta que saben los unos de los otros, ni los otros de los unos, ni de Atila,

El sedimento de los vestigios del "yo", cuando sólo queda el resto y decides echarlo, decides ser "tú" y todas las huellas conforman un aura reconocible para los demás y también para ti. 

Las huellas vitales restan energía a cambio de conocimiento, parece un trueque justo, un digno intercambio. Un signo de sabiduría y anhelo.


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